La colección de pintura de la Casa de Colón se forma a partir de las adquisiciones del Cabildo de Gran Canaria, las obras procedentes de la Junta Delegada de Incautación y Salvamento (1941) y los depósitos del Museo del Prado (1940).
El recorrido propuesto ordena las colecciones conforme a un criterio cronológico y temático, que abarca del siglo XVI a inicios del siglo XX, y nos conduce de las pinturas sacras a las mitológicas y alegóricas, pasando por el retrato y el costumbrismo.
Del siglo XVI, destacan las cuatro tablas flamencas, cuya procedencia nos remite al floreciente comercio del azúcar, que el Archipiélago mantuvo en este período con Flandes.
El siglo XVI italiano aparece representado por las pinturas Cupido tallando un arco, réplica de Parmigianino, y La mujer adúltera del Veronés. Figura señera de los inicios del Barroco, siglo XVII, es Annibale Carracci, del que se expone El Sátiro ofreciendo una copa de vino a Venus. En el centro de la sala nos recibe un espléndido San Andrés, de José de Ribera "El Españoleto", obra depositada por el Museo Nacional del Prado. Del mismo museo y siglo, XVII, destaca la alegoría Tiziano y la Pintura de Guercino.
Procedentes del siglo XVIII americano, podemos contemplar La Coronación de la Virgen, pintada por el mexicano José de Páez, así como el Niño Jesús Nazareno de la escuela cuzqueña y dos pinturas de castas mexicanas. A finales de dicho siglo en Canarias, Juan de Miranda pinta La Inmaculada Concepción.
De la pintura del siglo XIX, mención especial merece el Retrato de Carlos María Esquivel realizado por su padre Antonio María Esquivel, así como la obra de Luís de Madrazo, La dama romántica (ca.1850). El acercamiento a la pintura costumbrista se produce de la mano de Eugenio Lucas Velázquez, Manuel Cabral y Aguado Bejarano o Fernidand Heilbuth, entre otros.
Debemos destacar en los albores del siglo XX la pieza Vividoras del amor (1905), pintada por Julio Romero de Torres y depositada en el Museo por la Fundación de la Caja de Canarias.
Concluye esta muestra con pinturas realizadas por artistas canarios de finales del siglo XIX e inicios del XX. De Nicolás Massieu y Falcón a Néstor Martín-Fernández de la Torre, pasando por Botas Ghirlanda, Francisco Suárez León, Tomás Gómez Bosch y Nicolás Massieu y Matos, el denominado “pintor de Gran Canaria”, que nos dejó algunos retratos magníficos, ya por la franqueza y frescura de su ejecución como por la penetración psicológica de los mismos. Los mejores pertenecen al ámbito de su vida familiar. Son su Autorretrato (1909) y Mi Madre (1936), esta última considerada como una obra maestra de la pintura canaria.