El bien cultural por su propia significación es un contenedor de carácter simbólico que alberga innumerables lecturas, que nos vinculan con el pasado y nos acercan a la comprensión del hecho cultural como referente identitario.
Pero el bien cultural es así mismo un bien económico y también un bien frágil. Su valor icónico, le confiere de facto un determinado valor económico, indefectiblemente vinculado a su significación y devenir. A ello se añade la fragilidad de aquello que concebido como efímero, está llamado a ser eterno desde el momento en que es asumido como un ítem cultural y por ende social.
La gestión de un Fondo de Bienes Culturales presenta una doble vertiente. De un lado los trabajos técnicos relacionados con la conservación y de otro aquellas tareas relativas a la gestión administrativa. Ambas realidades se presentan de forma conjunta e indisociable y por ello han de ser abordadas de forma unitaria.
El Plan de Conservación Preventiva de los museos del Cabildo de Gran Canaria, aprobado en Consejo de Gobierno Insular de 3 de mayo de 2016, basa la efectividad de la preservación/conservación del patrimonio, en la realización de campañas periódicas de información y evaluación. La finalidad de este trabajo es establecer acciones correctivas a futuro, definiendo cuáles deben ser las tareas a acometer, así como la urgencia de las mismas.
Qué conservar, cómo hacerlo y dónde son las premisas que determinan las acciones del Plan, cuyo desarrollo debe ser acometido por equipos transdisciplinares, de forma metódica, coordinada, programada, eficiente y evaluada. Su tarea es minimizar los factores de riesgo que comprometen la integridad y perdurabilidad de las colecciones del Fondo de Bienes Culturales del Cabildo de Gran Canaria.
Afrontar bajo una óptica global los trabajos relativos a la gestión de las colecciones de Bienes Culturales, no implica que dichas tareas o acciones no puedan y deban ser segmentadas, para ser abordadas de un modo más eficiente; en tal sentido estas tareas en el museo quedan englobadas en el Plan de Conservación Preventiva, que es el modelo rector que define las áreas de trabajo, las acciones a acometer y los perfiles profesionales que han de abordarlas.