Violeta Luna en la Casa de Colón. Foto de Ángel Medina

Violeta Luna en la Casa de Colón. Foto de Ángel Medina

Las manos de Violeta Luna. Foto de Ángel Medina

Las manos de Violeta Luna. Foto de Ángel Medina

10 de marzo de 2020

EL CUERPO COMO INSTRUMENTO PARA CAMBIAR EL MUNDO

ENTREVISTA A LA PERFORMER Y ACTIVISTA MEXICANA QUE OFRECE, HASTA EL DÍA 13 DE MARZO, UN TALLER DE CREACIÓN EN LA CASA DE COLÓN

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Violeta Luna en la Casa de Colón. Foto de Ángel Medina

Violeta Luna en la Casa de Colón. Foto de Ángel Medina

Las manos de Violeta Luna. Foto de Ángel Medina

Las manos de Violeta Luna. Foto de Ángel Medina

Violeta Luna es performance, artista visual, actriz y, sobre todo, activista mexicana. Ve el arte más allá de su componente estético. Para ella es más bien, una herramienta que posibilita la reflexión sobre cuestiones sociales. Su medio, es su cuerpo, en el que articula ideas y conceptos, hasta convertirlo en un territorio político. 

Luna estima que el arte de la performance es un compromiso diario desde el que deconstruir, por ejemplo, las narrativas antinmigrantes. Su trabajo habla de la relación complicada entre los países que la identifican, uno por ser su lugar de residencia, los Estados Unidos, el otro por ser el de su procedencia, México. “Estados Unidos pone los consumidores y las armas. México los muertos”, señala la creadora.

Violeta Luna se encuentra estos días en la Casa de Colón impartiendo el taller de performance ‘Cuerpos y Territorios Sagrados en Gran Canaria’, un proyecto que realiza con mujeres canarias, incluido en otro de carácter más amplio impulsado entre el citado museo americanista y el Instituto del Paisaje Cultural de Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria. Su línea de investigación global y sus acciones nos habla sin tapujos de la violencia, racismo, pobreza y de las pervesiones del sistema capitalista.

Eres una mujer performer y haces hincapié en los contextos, que son transnacionales o transfronterizos. ¿Desde qué perspectiva afrontas esos conceptos?

A mí me interesa analizar qué sucede cuando decides dejar tu país, por diferentes circunstancias, y trasladarte a otro y entras en un espacio en ‘between’, que es complejo, porque quizás ya no te reconoces en el país que dejaste y tampoco en el que te recibe. Ese espacio te permite explorar el cruce de fronteras, en mi caso, no solo en términos geográficos sino, también, en estéticos. Mi práctica se realizó desde el teatro como actriz y, posteriormente, comencé la investigación del arte de la performance, que también es un espacio híbrido e interdisciplinar.

En tus acciones conviertes tu cuerpo en un medio. ¿Qué te interesa mostrar?

Sí, el cuerpo visto como sitio, como espacio de creación y territorio político. El cuerpo está atravesado no solo por las construcciones que tenemos de género e identidad, también en términos sociales. Piensa en todas la narrativas antinmigrantes que se han generado, por ejemplo, en Estados Unidos, con este hombre que está en el poder (Donald Trump), que no solo se ha manifestado como misógino, antinmgrante y que ha puesto el objetivo, precisamente, en la comunidad mexicana. Es decir, el perfil racial de las detenciones de la policía de inmigración es el del ‘brown body’, el cuerpo moreno. Los que ellos consideran que no forman parte, digamos, de este mundo blanco, de los que somos del tercer mundo, de los ignorantes, los criminales… Me interesa, también, como mujer con raíces indígenas, hablar sobre temas que involucran a ambas naciones, México y Estados Unidos, como artista, pero además como ciudadana, como actora social.

En tus propuestas involucras a los actores sociales, creando un espacio seguro desde el que hablar de diferentes fenómenos sociales, que pueden ser igual víctimas de la violencia machista que madres que buscan a sus hijos.

Sí, detrás hay un trabajo de investigación y sobre todo mucho cuidado y respeto, ya que trabajo con muchos colectivos sensibles y evito que se repitan esas situaciones.  Pienso en el arte como una herramienta de transformación social, pero también de sanación. Y el performance es un espacio tan incluyente al que puedes acceder desde diferentes lugares, desde el activismo, en mi caso, pero también desde el ritual, la poesía, el vídeo o la danza. Creo que la performance es más como una práctica que se vive día a día, porque nosotros nos ‘performeamos’ cada día y por eso me interesa abordar la performance no solo como un acto estético, sino como un compromiso.

En un mundo que se dice globalizado, asistimos precisamente a una radicalización de los mensajes xenófobos.

Sí, es una contradicción ese rechazo, porque se habla de globalización tan solo en los temas económicos, para abrir fronteras a los diferentes productos, pero cuando se trata de seres humanos, entonces, empiezan los problemas. Yo creo que el arte siempre va a funcionar como espacio para la reflexión, y para cuestionarnos acerca de  la necesidad de la inclusión en todos los sentidos, porque la diversidad siempre ha sido un medio propicio para generar diferentes formas de ver el mundo y por tanto riqueza.